Job se queja de su desdicha
1-2Por fin Job rompió el silencio, y maldijo el día en que había nacido.
Job
3¡Maldita sea la noche en que fui concebido!
¡Maldito sea el día en que nací!
4¡Ojalá aquel día se hubiera convertido en noche,
y Dios lo hubiera pasado por alto
y no hubiera amanecido!
5¡Ojalá una sombra espesa lo hubiera oscurecido,
o una nube negra lo hubiera envuelto,
o un eclipse lo hubiera llenado de terror!
6¡Ojalá aquella noche se hubiera perdido en las tinieblas
y aquel día no se hubiera contado
entre los días del mes y del año!
7¡Ojalá hubiera sido una noche estéril,
en que faltaran los gritos de alegría!
8¡Ojalá la hubieran maldecido los hechiceros,
que tienen poder sobre Leviatán!
9¡Ojalá aquella mañana no hubieran brillado los luceros,
ni hubiera llegado la luz tan esperada,
ni se hubiera visto parpadear la aurora!
10¡Maldita sea aquella noche, que me dejó nacer
y no me ahorró ver tanta miseria!
11¿Por qué no habré muerto en el vientre de mi madre,
o en el momento mismo de nacer?
12¿Por qué hubo rodillas que me recibieran
y pechos que me alimentaran?
13Si yo hubiera muerto entonces,
ahora estaría durmiendo tranquilo,
descansando en paz,
14con los reyes y ministros
que se construyen grandes pirámides,
15o con los gobernantes
que llenan sus palacios de oro y plata.
16¿Por qué no me enterraron como a los abortos,
como a los niños muertos antes de nacer?
17En la tumba tiene fin la agitación de los malvados,
y los cansados alcanzan su reposo;
18allí encuentran paz los prisioneros,
y dejan de escuchar los gritos del capataz;
19allí están grandes y pequeños por igual,
y el esclavo se ve libre de su amo.
20¿Por qué deja Dios ver la luz al que sufre?
¿Por qué le da vida al que está lleno de amargura,
21al que espera la muerte y no le llega,
aunque la busque más que a un tesoro escondido?
22La alegría de ese hombre llega
cuando por fin baja a la tumba.
23Dios lo hace caminar a ciegas,
le cierra el paso por todos lados.
24Los gemidos son mi alimento;
mi bebida, las quejas de dolor.
25Todo lo que yo temía,
lo que más miedo me causaba,
ha caído sobre mí.
26No tengo descanso ni sosiego;
no encuentro paz, sino inquietud.