Cuarto discurso de Elihú
1-2Ten un poco de paciencia, y te instruiré,
pues aún tengo argumentos a favor de Dios.
3Usaré mis amplios conocimientos
para mostrar que mi Creador tiene razón.
4Te aseguro que no diré nada falso;
tienes delante a un sabio consumado.
5Dios es poderoso e inmensamente sabio,
y no desprecia al inocente.
6No perdona la vida al malvado,
pero hace justicia a los pobres;
7siempre protege a los hombres rectos;
afirma a los reyes en sus tronos,
y los mantiene en alta posición.
8Pero si son sujetados con cadenas
y el dolor los atormenta,
9Dios les hace ver el mal que cometieron
y cómo se dejaron llevar por el orgullo.
10Les habla para corregirlos
y pedirles que dejen su maldad.
11Si le hacen caso y se someten,
gozan de dicha y felicidad
por el resto de sus días.
12Pero si no hacen caso,
mueren y bajan al sepulcro
antes de que puedan darse cuenta.
13Los impíos se llenan de furor,
y ni aun estando presos piden ayuda.
14Mueren en plena juventud;
su vida termina en forma vergonzosa.
15Por medio del sufrimiento, Dios salva al que sufre;
por medio del dolor lo hace entender.
16A ti también te libró de los peligros,
y te dio abundancia y libertad;
llenó tu mesa de comidas deliciosas.
17En ti se cumple la sentencia del malvado,
y no podrás evitar que se te juzgue y condene.
18Cuida de no dejarte sobornar,
de no dejarte seducir por el mucho dinero.
19En la angustia no te servirán de nada
tus gritos ni todo tu poder.
20No suspires por que llegue la noche,
cuando los pueblos desaparecen.
21Cuida de no volver a la maldad,
tú que fuiste probado por el sufrimiento.
22Fíjate en el gran poder de Dios.
Ningún maestro es comparable a él;
23nadie puede decirle lo que tiene que hacer,
ni echarle en cara el haber hecho mal.
24Todo el mundo alaba sus obras;
acuérdate también tú de alabarlas.
25Todo hombre puede verlas,
aunque sea de lejos.
26Dios es tan grande, que no podemos comprenderlo;
tampoco podemos contar sus años.
27Él recoge en un depósito las gotas de agua,
y luego las convierte en lluvia.
28La lluvia chorrea de las nubes
y cae en aguaceros sobre la gente.
29¿Quién entiende por qué avanzan las nubes,
o por qué resuena el trueno en el cielo?
30Dios extiende el relámpago sobre el mar,
dejando oculto el fondo del océano.
31Así alimenta a los pueblos
y les da comida en abundancia.
32Sujeta el rayo entre sus manos,
y este da en el blanco, tal como él lo ordena.
33El trueno anuncia a Dios,
la tempestad proclama su ira.