Séptima colección: «dichos del rey Lemuel»
1Dichos del rey Lemuel de Masá, con los cuales su madre le dio instrucción:
2Hijo mío, fruto de mis entrañas,
respuesta de Dios a mis ruegos,
¿qué más te puedo decir?
3Que no gastes tu energía con mujeres,
pues por ellas los reyes se pierden.
4Y no está bien, Lemuel, que reyes y gobernantes
beban vino y bebidas fuertes,
5pues podrían olvidarse de la ley
y violar los derechos de los más humildes.
6Deja el vino y las bebidas fuertes
para los decaídos y deprimidos;
7¡que beban y no vuelvan a acordarse
de su pobreza y sufrimientos!
8Levanta la voz por los que no tienen voz;
¡defiende a los indefensos!
9Levanta la voz, y hazles justicia;
¡defiende a los pobres y a los humildes!
Alabanza a la mujer ejemplar
10Mujer ejemplar no es fácil hallarla;
¡vale más que las piedras preciosas!
11Su esposo confía plenamente en ella,
y nunca le faltan ganancias.
12Brinda a su esposo grandes satisfacciones
todos los días de su vida.
13Va en busca de lana y lino,
y con placer realiza labores manuales.
14Cual si fuera un barco mercante,
trae de muy lejos sus provisiones.
15Antes de amanecer se levanta
y da de comer a sus hijos y a sus criadas.
16Inspecciona un terreno y lo compra,
y con sus ganancias planta viñedos.
17Se reviste de fortaleza
y con ánimo se dispone a trabajar.
18Cuida de que el negocio marche bien,
y de noche trabaja hasta tarde.
19Con sus propias manos
hace hilados y tejidos.
20Siempre les tiende la mano
a los pobres y necesitados.
21No teme por su familia cuando nieva,
pues todos los suyos andan bien abrigados.
22Ella misma hace sus colchas,
y se viste con las telas más finas.
23Su esposo es bien conocido en la ciudad,
y se cuenta entre los más respetados del país.
24Ella hace túnicas y cinturones,
y los vende a los comerciantes.
25Se reviste de fuerza y dignidad,
y el día de mañana no le preocupa.
26Habla siempre con sabiduría,
y da con amor sus enseñanzas.
27Está atenta a la marcha de su casa,
y jamás come lo que no ha ganado.
28Sus hijos y su esposo
la alaban y le dicen:
29«Mujeres buenas hay muchas,
pero tú eres la mejor de todas.»
30Los encantos son una mentira,
la belleza no es más que ilusión,
pero la mujer que honra al Señor
es digna de alabanza.
31¡Alábenla ante todo el pueblo!
¡Denle crédito por todo lo que ha hecho!