Los gobernantes deben buscar la sabiduría
1Escuchen, reyes, y entiendan;
aprendan, gobernantes de todo el mundo;
2pongan atención, ustedes que dominan multitudes
y presumen de gobernar a muchos pueblos.
3El Señor, Dios altísimo,
les ha dado poder y autoridad;
él examinará las obras de ustedes
e investigará sus intenciones,
4porque, estando al servicio del reino de Dios,
no han juzgado con rectitud, ni han cumplido la ley,
ni se han portado según la voluntad de Dios.
5El Señor vendrá sobre ustedes
de manera terrible y repentina,
porque él juzga con severidad a los poderosos.
6De los humildes tiene compasión y los perdona,
pero a los fuertes les pedirá cuentas con rigor.
7Él es Señor de todos y no tiene preferencias por ninguno,
ni siente miedo ante la grandeza.
Él hizo a los grandes y también a los pequeños,
y se preocupa de todos por igual;
8pero a los poderosos los examina con mayor rigor.
9Esto se lo digo a ustedes, gobernantes,
para que adquieran sabiduría y no pierdan el camino.
10Los que cumplen santamente las santas leyes,
serán contados entre el pueblo santo;
los que se dejaron instruir por ellas,
tendrán cómo defenderse.
11Tengan, pues, vivos deseos de mis palabras;
búsquenlas con avidez y recibirán instrucción.
12La sabiduría resplandece con brillo que no se empaña;
los que la aman, la descubren fácilmente,
y los que la buscan, la encuentran;
13ella misma se da a conocer a los que la desean.
14Quien madruga a buscarla no se cansa:
la encuentra sentada a la puerta de su propia casa.
15Tener la mente puesta en ella es prudencia consumada;
el que trasnocha por hallarla,
pronto se verá libre de preocupaciones.
16Ella misma va de un lado a otro
buscando a quienes son dignos de ella;
se les manifiesta con bondad en el camino
y les sale al encuentro en todo lo que piensan.
17El comienzo de la sabiduría
es el deseo sincero de instruirse;
tener deseo de instruirse ya es amar la sabiduría;
18amarla es cumplir sus leyes;
cumplir sus leyes es asegurarse la inmortalidad,
19y la inmortalidad acerca a Dios.
20Por tanto, el deseo de la sabiduría
es lo que hace de uno un verdadero rey.
21Gobernantes de los pueblos,
si estiman los tronos y los cetros,
aprecien la sabiduría,
para que puedan reinar eternamente.
Descripción de la sabiduría
22Voy a decirles en qué consiste la sabiduría
y de dónde viene,
sin ocultarles ningún secreto.
Llegaré hasta el comienzo mismo de ella
y la daré a conocer con toda claridad,
sin pasar por alto la verdad.
23No me dejaré guiar por la podrida envidia,
pues nada tiene que ver con la sabiduría.
24En que haya muchos sabios está la salvación del mundo,
y un rey prudente trae bienestar a su pueblo.
25Por tanto, déjense instruir por mis palabras
y sacarán provecho.