Súplica por la protección de Dios
Salmo de David.
1Señor, a ti clamo; ¡ven pronto a mí!
¡Escúchame cuando te llame!
2¡Recibe mi oración como ofrenda de incienso,
y mis manos levantadas como ofrenda de la tarde!
3Señor, pon un vigilante en mi boca;
¡ponle un sello a mis labios!
4No dejes que mi corazón caiga en la maldad,
ni me dejes cometer actos inicuos,
ni que me junte con los malvados
y participe en banquetes de malhechores.
5Que el hombre honrado me castigue,
será un acto de misericordia,
pero no quiero que sobre mi cabeza
se derrame el perfume de los malvados.
En mis oraciones pido sin cesar
que reprendas sus malas acciones,
6que sus gobernantes sean despeñados,
y que hagan caso de la verdad de mis palabras.
7Nuestros huesos se dispersan
a la orilla del sepulcro
como se dispersa la tierra
tras los surcos que deja el arado.
8Por eso, Señor y Dios, mis ojos te buscan.
En ti confío. ¡No me desampares!
9Protégeme de las trampas que los malvados
arman y tienden contra mí.
10¡Hazlos caer en sus propias trampas,
y permíteme ponerme a salvo!