1Cuando nuestro Señor Jesucristo regrese, nosotros nos reuniremos con él. Por eso, les rogamos, hermanos, 2que no se dejen confundir tan fácilmente. No se asusten si alguien asegura que ya llegó el día en que el Señor Jesús volverá. Tal vez alguien les mienta diciendo que el Espíritu le dijo eso, o que nosotros le enseñamos eso personalmente o por carta. 3No permitan que nadie los engañe. Ese día no llegará hasta que los enemigos de Dios se rebelen contra él y haya aparecido el hombre malvado, que será destruido. 4Ese hombre está en contra de Dios y de todo lo que está dedicado a Dios. Hasta pondrá su trono en el templo de Dios, y afirmará que él mismo es Dios. 5Acuérdense de que ya les había hablado de esto cuando estuve con ustedes.
6Bien saben ustedes qué es lo que detiene al hombre malvado, para que no aparezca antes de tiempo. 7Porque su plan secreto de maldad ya está en marcha; solo falta que se quite de en medio lo que detiene a ese hombre. 8-12Después de eso, el malvado aparecerá. Satanás lo ayudará a engañar a muchos con señales y falsos milagros. Engañará con toda clase de mentiras a los que no quisieron amar y aceptar el verdadero mensaje de Jesucristo, mensaje que podría haberlos salvado del castigo que recibirán. Dios permite que ese hombre mentiroso y malvado los engañe, para que acepten lo que es falso. Así Dios castigará a todos los que no han querido creer en el verdadero mensaje y son felices haciendo el mal. Pero cuando el Señor Jesús vuelva, con todo su poder y su gloria, destruirá con el soplo de su boca al hombre malvado, y le quitará su poder.
Confiar en Dios
13Pero nosotros siempre debemos darle gracias a Dios por ustedes. Dios los ama, y los eligió desde un principio para que se salvaran del castigo. Los eligió por medio del Espíritu que los separó para él, y porque ustedes aceptaron la buena noticia. 14Dios los llamó por medio de la buena noticia que les anunciamos, para que participen del poder y de la gloria de nuestro Señor Jesucristo.
15Por eso, hermanos míos, sigan confiando en Dios, y no se olviden de las enseñanzas que, personalmente o por carta, les hemos dado. 16Dios nuestro Padre es bueno; por eso nos ha amado, y nos ha dado el consuelo eterno y la seguridad de que seremos salvos. A él y a nuestro Señor Jesucristo les pido 17que les den ánimo y fuerzas, para que siempre digan y hagan lo bueno.