Historia de un pueblo infiel
1Habían pasado siete años desde que habíamos sido llevados presos a Babilonia. El día diez del mes de Ab de ese año, algunos de los jefes de Israel vinieron a verme para consultar a Dios. En cuanto se sentaron delante de mí, 2Dios me dijo:
3-4«Ezequiel, hombre mortal, habla con los jefes de Israel y dales de mi parte el siguiente mensaje: “Ustedes vienen a consultarme, para que les diga lo que deben hacer. Pero les juro que no les diré nada. Yo soy el Dios de Israel, y cumpliré mi palabra”.
»Lo mejor será que tú te encargues de juzgarlos y les hagas ver lo mal que se portaron sus antepasados. 5Diles de mi parte lo que voy a contarte:
»El día que yo elegí a Israel, le juré seriamente que yo sería el Dios de sus descendientes. Luego me di a conocer a ellos en Egipto, y les repetí mi juramento. Les dije que yo soy su Dios. 6Ese mismo día les prometí sacarlos de Egipto y llevarlos al país que yo mismo había buscado para ellos, ¡una tierra muy bella y fértil, donde siempre hay abundancia de alimentos! 7A todos ellos les ordené que tiraran los ídolos odiosos que tanto querían, y que no tuvieran nada que ver con los malolientes ídolos egipcios, porque el Dios de Israel soy yo.
8»Pero ellos fueron rebeldes y no me obedecieron. Ninguno de ellos tiró sus odiosos ídolos, ni renunció a los malolientes ídolos egipcios.
»Yo estaba tan enojado que, para desahogarme, quise castigarlos allí en Egipto. 9Si no lo hice, fue por respeto a mí mismo y para que no hablaran mal de mí los pueblos entre los cuales vivían los israelitas. Y es que yo me di a conocer a los israelitas, y los saqué de Egipto, en presencia de esos pueblos.
10»Fue entonces cuando los llevé al desierto. 11Allí les di todos mis mandamientos, que dan vida a quienes los obedecen. 12También les dije que el día sábado me pertenece, y que en ese día debían adorarme. Así reconocerían que yo soy su Dios. 13Pero ellos se rebelaron contra mí allá en el desierto; no obedecieron mis mandamientos, que dan vida a quienes los obedecen, ni me adoraron el día sábado.
»Yo estaba tan enojado que, para desahogarme, quise acabar con ellos en el desierto. 14Si no lo hice, fue por respeto a mí mismo, y para que no hablaran mal de mí los pueblos que me vieron sacarlos de Egipto. 15También allí, en el desierto, les juré seriamente que no los llevaría a la tierra que les había dado, esa tierra bella y fértil, donde siempre hay abundancia de alimentos. 16Pero ellos, en vez de obedecer mis mandamientos, los rechazaron; en vez de adorarme el día sábado, siguieron adorando a sus ídolos malolientes.
17»A pesar de todo, yo les tuve compasión y no los destruí en el desierto; 18pero a sus hijos les advertí que no siguieran el mal ejemplo de sus padres, ni tuvieran nada que ver con sus ídolos malolientes.
19»Yo soy el Dios de Israel. Por eso les pedí que obedecieran todos mis mandamientos, 20y que me adoraran el día sábado, como señal de que me reconocían como su Dios. 21Sin embargo, ellos fueron rebeldes. No obedecieron mis mandamientos, que dan vida a quienes los obedecen, ni me adoraron el día sábado.
»Yo estaba tan enojado que, para desahogarme, allí en el desierto quise acabar con ellos. 22Si no lo hice, fue por respeto a mí mismo, y para que no hablaran mal de mí los pueblos que me vieron sacarlos de Egipto. 23También allí, en el desierto, les juré seriamente que los dispersaría por todas las naciones del mundo, 24porque ellos no obedecieron mis mandamientos ni me adoraron el día sábado, sino que siguieron adorando a los ídolos malolientes que adoraron sus antepasados.
25»Llegué al extremo de dejarlos seguir leyes que no eran buenas y mandamientos que no les daban vida. 26Dejé que presentaran a sus hijos mayores como ofrenda a sus ídolos. Lo hice para luego rechazarlos y ver si así se llenaban de horror y reconocían que yo soy su Dios.
27»Por todo esto, habla con los israelitas y diles de mi parte lo siguiente: “También los antepasados de ustedes me ofendieron con su infidelidad. 28Cuando yo les entregué la tierra que había prometido darles, ellos hicieron pequeños templos en lo alto de los cerros y bajo la sombra de los árboles, y allí presentaron toda clase de ofrendas a los dioses falsos. 29Yo les pregunté: ¿Por qué adoran ídolos en esos pequeños templos en lo alto de los cerros?
30»Por eso, dales de mi parte el siguiente mensaje a los israelitas:
“Ustedes siguen el mal ejemplo de sus antepasados. Ya no puedo recibir sus cultos con agrado, pues ustedes se han relacionado con esos ídolos odiosos. 31Ustedes siguen presentando a sus hijos como ofrendas quemadas en honor de sus ídolos malolientes. ¿Y todavía esperan que yo les dé mensajes cuando vienen a consultarme? Pues les juro que no les daré ninguna respuesta. Yo soy el Dios de Israel.
32”Ustedes quieren ser como las demás naciones de la tierra, que adoran a ídolos hechos de palo y de piedra, 33-34pero yo les juro que eso nunca sucederá. Yo soy el Dios de Israel.
”Ustedes, israelitas van a conocer mi enojo y mi gran poder. Yo los reuniré de entre los pueblos y naciones donde ahora están dispersos, y seré su rey. 35-36Así como en el desierto de Egipto castigué a sus antepasados, así también los castigaré a ustedes. Los llevaré al desierto, lejos de todos los pueblos, y yo mismo los castigaré. Yo soy el Dios de Israel, y cumpliré mi palabra.
37”Así como los pastores apartan sus ovejas de las que no son suyas, yo elegiré uno por uno a los que formarán mi pueblo. Haré un pacto con ustedes, 38y los sacaré del país donde ahora viven como extranjeros. Pero pondré aparte a los rebeldes que no me obedezcan, y ellos no volverán a la tierra de Israel. Entonces ustedes reconocerán que yo soy el Dios de Israel.
39”¡Israelitas! Yo soy su Dios. Si no quieren obedecerme, ¡entonces sigan adorando a sus ídolos malolientes! Pero llegará el día en que tendrán que obedecerme y no dejaré que me falten al respeto presentando esas ofrendas a sus ídolos. 40-42Delante de todas las naciones les mostraré que soy diferente. Yo los sacaré de entre todos los pueblos y naciones donde ahora andan dispersos. Los reuniré de nuevo en Israel, tierra que juré dar a sus antepasados, y me adorarán en mi montaña santa, que es la montaña más alta de Israel. Allí recibiré todas las ofrendas que ustedes quieran presentarme, y ustedes serán para mí tan agradables como el aroma del incienso. Entonces reconocerán que yo soy el Dios de Israel, y que yo cumplo mi palabra.
43-44”Israelitas, ustedes han sido malvados y corruptos, pero no los castigaré como se merecen. Voy a tratarlos bien solo por honor a mí mismo. Y cuando ustedes se acuerden de su mala conducta y de todas las malas acciones por las que los rechacé, sentirán asco de ustedes mismos. Entonces reconocerán que yo soy el Dios de Israel, y que cumplo mi palabra”».
Un mensaje contra el bosque del sur
45 45 (21.1) Dios también me dijo:
46-47 46-47 (21.2-3) «Ezequiel, dirige la mirada hacia el sur, y dale a Jerusalén este mensaje de mi parte:
“Jerusalén, voy a prenderte fuego. Destruiré a todos tus habitantes, y no dejaré a ninguno con vida. El fuego se extenderá de sur a norte, y acabará con todos a su paso. ¡Nadie podrá apagar ese incendio! 48 48 (21.4) Todo el mundo se dará cuenta entonces de que el fuego que Dios enciende, nadie puede apagarlo”».
49 49 (21.5) Yo me quejé con Dios y le dije: «¡Ay, Dios mío! ¡La gente dice que yo solo hablo por hablar!»