1Ya te he presentado mi queja,
y ahora voy a estar muy atento;
voy a esperar tu respuesta.
2Y Dios me respondió:
«Voy a darte a conocer
lo que está por suceder.
Escríbelo en unas tablas,
para que se lea de corrido.
3Tardará un poco en cumplirse,
pero tú no te desesperes;
aún no ha llegado la hora
de que todo esto se cumpla,
pero puedo asegurarte
que se cumplirá sin falta.
4»Esos babilonios son muy orgullosos,
pero ustedes, que son humildes,
vivirán porque confían en mí.
5Los babilonios son orgullosos,
son traicioneros como el vino;
su hambre de poder los hace
conquistar naciones y pueblos enteros.
Son como la muerte,
que siempre quiere más;
son como la tumba,
que nunca está satisfecha.
6Pero un día serán humillados.
Las naciones se burlarán de ellos
y les cantarán esta canción:
“¡Qué mal te va a ir Babilonia!
¡Te hiciste rica con lo ajeno!
¿Cuándo vas a dejar de robar?”
7»El día que menos lo esperes,
tus víctimas se vengarán de ti;
te harán temblar de miedo
y te quitarán todo lo que tienes.
8Tú les robaste a muchas naciones,
pero otras naciones te robarán a ti.
Así pagarás todos tus crímenes,
tu violencia contra nuestro país,
contra nuestras ciudades y sus habitantes.
9»¡Qué mal te va a ir Babilonia!
Hiciste ricos a los tuyos
mediante el robo y el engaño.
Creíste que así los librarías
de caer en la desgracia,
10pero lo único que hiciste
fue ponerlos en vergüenza.
Quisiste acabar con muchos pueblos,
y tú misma te hiciste el daño.
11¡Las paredes de tus ciudades
son testigos de tu maldad!
12»¡Qué mal te va a ir Babilonia!
¡Has construido tus ciudades
mediante el crimen y la violencia!
13Pero yo soy el Dios de Israel,
y de nada va a servirte
todo lo que has hecho;
yo lo quemaré por completo.
14Y así como el agua llena los mares,
también la tierra se llenará
de gente que reconocerá mi poder.
15»¡Qué mal te va a ir Babilonia!
Humillaste a las naciones vecinas
y las dejaste en vergüenza;
16pero yo te humillaré a ti,
pues no mereces ninguna alabanza;
yo te dejaré en vergüenza;
tu orgullo se volverá humillación.
17»La violencia con que trataste
a los animales del monte Líbano
se volverá en contra tuya;
así pagarás por todos tus crímenes,
por tu violencia contra nuestro país,
contra nuestras ciudades y sus habitantes.
18-19»¡Qué mal te va a ir, Babilonia!
¿Cómo puedes confiar en dioses falsos?
¿Cómo puedes pedirles que te ayuden?
Son ídolos de madera,
son figuras de piedra
que tú misma te has hecho,
pero que no valen nada.
Son simples figuras de metal
recubiertas de oro y plata,
que no son capaces ni de hablar;
¡simplemente, no tienen vida!
20Pero yo estoy en mi santo templo;
¡ante mí debe callar toda la tierra!»