El rey Ciro, un enviado de Dios
1Dios dijo:
«Ustedes, países del mar,
¡guarden silencio y escuchen!
Y ustedes, naciones todas,
¡sean valientes!
Vengan, que vamos a tratar
un asunto muy importante;
¡juntémonos para discutirlo!
2»Yo soy el Dios de Israel;
yo hice venir del este
al victorioso rey Ciro.
Conforme avanza su ejército
yo humillo a los reyes,
y le entrego sus naciones.
Con sus armas en la mano,
Ciro los ha borrado del mapa
como a un puñado de polvo.
3Los persigue con tanta rapidez
que parece no tocar el suelo.
4»Yo soy el único Dios
y mantengo bajo control
todo lo que pasa en este mundo.
He existido desde el principio,
y existiré hasta el final.
5»Los pueblos del mar
se llenaron de miedo
cuando vieron que se acercaban
Ciro y sus ejércitos.
La tierra también tembló
de un extremo a otro.
6»Los que adoran ídolos
se ayudan unos a otros:
7el artesano anima al escultor,
y el que trabaja con el martillo
dice al que golpea en el yunque:
“Has hecho un buen trabajo”.
Después sujeta al ídolo con clavos
para mantenerlo firme».
La confianza en Dios
8Dios siguió diciendo:
«Escúchenme, israelitas,
descendientes de mi amigo Abraham,
9de las regiones más lejanas
yo los llamé a mi servicio;
los elegí, y no los he rechazado.
10Por tanto, no tengan miedo,
pues yo soy su Dios
y estoy con ustedes.
Mi mano victoriosa
les dará fuerza y ayuda;
mi mano victoriosa
siempre les dará su apoyo.
11-12»Ustedes tienen enemigos
que los odian y los combaten,
pero yo haré que desaparezcan
llenos de vergüenza.
Los buscarán, y no los encontrarán,
pues habrán dejado de existir.
13»Israelitas, yo soy su Dios
y los he tomado de la mano;
no deben tener miedo,
porque cuentan con mi ayuda.
14»Ustedes, israelitas,
son un pueblo débil y pequeño;
pero no tengan miedo,
porque cuentan con mi ayuda.
Yo soy el Dios santo de Israel,
yo les he dado libertad.
15Yo haré que ustedes
destruyan a sus enemigos.
Los dejarán hechos polvo,
los convertirán en un montón de paja;
16luego los lanzarán al viento
y la tormenta se los llevará.
Ustedes, por el contrario,
se alegrarán y harán fiesta
porque yo soy su Dios,
el Dios santo de Israel».
Dios hace grandes maravillas
17Dios dijo:
«Cuando los pobres tengan sed,
y con la lengua reseca
busquen agua y no la encuentren,
yo vendré a rescatarlos
y no los abandonaré.
Yo soy el Dios de Israel.
18»Entre los cerros desiertos,
y entre los áridos valles,
haré que broten ríos,
arroyos y manantiales.
19En los lugares más secos
plantaré toda clase de árboles.
20Así todo el mundo verá
que con mi poder,
yo he creado todo esto.
Entonces comprenderán
que yo soy el Dios santo de Israel».
Dios desafía a los falsos dioses
21Dios les dijo a los ídolos:
«Yo soy el rey de Israel.
Vengan y defiéndanse.
¡Muestren lo que pueden hacer!
22Vengan a explicarnos el pasado;
vengan a anunciarnos el futuro.
23Anuncien lo que está por suceder;
¡demuestren que de veras son dioses!
Hagan algo que nos asuste,
hagan algo, bueno o malo.
24»¡Pero ustedes no son nada,
ni tampoco pueden hacer nada!
¡Confiar en ustedes es una tontería!»
La incapacidad de los dioses falsos
25Dios continuó diciendo:
«De Persia viene un rey
a quien he llamado por su nombre,
y aplastará a los gobernantes.
Llegará por el norte,
y los aplastará bajo sus pies.
26»Todo esto lo estoy anunciando
antes de que suceda.
Ninguno de los dioses falsos
lo ha anunciado antes que yo;
¡nadie los ha oído decir una palabra!
27»Pero yo, el Dios de Israel,
desde un principio anuncié
al pueblo de Jerusalén
todas estas cosas;
además, les envié un mensajero
para anunciarles que muy pronto
su gente volverá.
28»Miro a mi alrededor,
y no veo ningún otro dios.
Si les pregunto algo,
no pueden responderme,
¡y mucho menos instruirme!
29»¡Miren a esos falsos dioses!
Todos ellos no son nada,
ni pueden hacer nada;
¡son absolutamente inútiles!»