Dios castigará a Judá por su pecado
1Dios le dijo a su pueblo:
«Gente de Judá,
ustedes llevan el pecado
grabado en el corazón.
Sus altares están marcados
con su rebelión.
2-3»Los altares y las imágenes de Astarté
que ustedes levantaron
bajo los grandes árboles
y en las altas colinas
son un peligro para sus hijos.
»Yo entregaré a sus enemigos
todo lo que ustedes tienen,
hasta sus altares y tesoros.
Esto lo haré por los pecados
que cometieron en su territorio.
4Por su propia culpa perderán
el país que yo les había dado.
Serán esclavos en una tierra
que ustedes no conocen.
»¡Es tan grande mi enojo
que parece un fuego
que nunca se apaga!
5»Yo, el Dios de Israel, declaro:
“¡Maldito quien confía en los demás!
¡Maldito quien confía en sí mismo!
¡Maldito quien se aleja de mí!
6Son como las espinas del desierto,
que nunca disfrutarán del agua,
pues viven en tierras áridas,
donde nada crece.
7”¡Pero benditos sean aquellos
que solo confían en mí!
8Son como árboles plantados
a la orilla de un río:
extienden sus raíces hacia la corriente,
el calor no les causa ningún daño,
sus hojas siempre están verdes
y todo el año dan fruto.
9”Ustedes se creen buenos,
pero son malos y mentirosos;
¡no tienen remedio!
10Solo yo, el Dios de Israel,
sé muy bien lo que piensan,
y los castigaré por su mala conducta.
11”Los que se vuelven ricos
haciendo trampa,
perderán sus riquezas
y, cuando menos lo esperen,
acabarán en la miseria”».
Jeremías pide protección
12Yo, Jeremías, dije:
«El templo donde tienes tu trono
desde un principio está en lo alto;
¡es un lugar muy hermoso!
13»Los que te abandonan
quedarán avergonzados.
¡Desaparecerán como el polvo
que se lleva el viento!
»Solo tú, Dios de Israel,
eres la fuente de vida.
¡Tú eres nuestra única esperanza!
14»Dios mío,
solo tú mereces mis alabanzas.
¡Devuélveme la salud,
dame salvación!
Así viviré feliz y en paz.
15»La gente de Judá me dice:
“Dios no ha cumplido sus promesas.
¡Queremos que se cumplan ya!”
16»Dios mío, yo no te pedí
que castigues a tu pueblo;
al contrario, lo cuidé
como un pastor a sus ovejas.
17Cuando estoy en peligro,
tú me proteges.
¡No dejes que el miedo
se apodere de mí!
18¡Avergüenza a mis enemigos,
pero no me avergüences a mí!
¡Haz que tiemblen de miedo,
pero a mí no me asustes!
¡Mándales tiempos difíciles,
y destrúyelos de una vez!»
El día de descanso
19Dios me dijo:
«Jeremías, ve a todos los portones de Jerusalén, y repite allí el mensaje que te voy a dar. Comienza por el portón principal, que es por donde entran y salen los reyes de Judá. 20Esto es lo que tienes que decir:
“Reyes de Judá y habitantes del país, y todos los que pasan por estos portones, ¡escuchen la palabra de nuestro Dios! 21Él me manda a recordarles que el sábado es día de descanso. Por lo tanto, ese día no lleven ninguna carga, ni la introduzcan por los portones de Jerusalén. 22Ese día no saquen de sus casas ninguna carga ni hagan ningún tipo de trabajo. El sábado es un día que deben dedicar a Dios; así se lo ordenó a nuestros antepasados.
23”Ustedes, los que viven en Judá, no han querido obedecer a Dios; al contrario, se empeñan en desobedecerlo y no quieren ser disciplinados. 24Pero si siguen fielmente las instrucciones acerca del sábado, y se lo dedican a Dios tal como ya les dije, Dios les asegura 25que por estas puertas entrarán reyes y príncipes, y se sentarán en el trono de David para reinar sobre esta ciudad. Entrarán montados en carros y en caballos, seguidos por la gente de Jerusalén y de las otras ciudades de Judá. Además, la ciudad de Jerusalén siempre será habitada. 26Vendrán al templo todos los habitantes del país, y darán gracias a Dios con ofrendas de cereal y de incienso, que son las que le agradan.
27”Pero si ustedes no siguen las instrucciones de Dios acerca del sábado, sino que en ese día introducen cargas por los portones de Jerusalén, entonces les prenderé fuego a esos portones. Ese fuego no podrá ser apagado, sino que quemará toda la ciudad, junto con los palacios de Jerusalén”».