Mente sana en cuerpo sano
1La mujer sabia une a su familia;
la mujer tonta la desbarata.
2La gente honrada obedece a Dios;
la gente malvada lo desprecia.
3Es de tontos hablar con orgullo;
es de sabios ser de pocas palabras.
4Sin las herramientas apropiadas,
el trabajo no da fruto;
con buenas herramientas
se saca mejor provecho.
5El testigo verdadero dice la verdad;
el testigo falso siempre dice mentiras.
6El malcriado quisiera ser sabio,
pero jamás llegará a serlo;
en cambio, el entendido
muy pronto gana conocimientos.
7Aléjate de los tontos,
que nunca aprenderás nada de ellos.
8El que es sabio lo demuestra
en que piensa bien lo que hace,
pero el tonto vive engañado
por su propia estupidez.
9A los necios no les importa
si Dios los perdona o no,
pero la gente buena
quiere el perdón de Dios.
10Nadie más que tú
conoce realmente
tus tristezas y tus alegrías.
11La familia del malvado
será destruida,
pero el hogar del bueno
prosperará.
12Hay cosas que hacemos
que nos parecen correctas,
pero que al fin de cuentas
nos llevan a la tumba.
13La mucha risa causa dolor;
hay alegrías que acaban en tristeza.
14La gente tonta
es feliz con su mala conducta;
la gente buena es feliz
con sus buenas acciones.
15La gente tonta cree
todo lo que le dicen;
la gente sabia piensa bien
antes de actuar.
16El sabio conoce el miedo
y se cuida del peligro,
pero el tonto es atrevido
y se pasa de confiado.
17El que pronto se enoja
pronto hace tonterías,
pero el que piensa en lo que hace
muestra gran paciencia.
18La recompensa de los tontos
es su propia estupidez;
el premio de los sabios
consiste en saber cómo actuar.
19Los malvados no resisten
la justicia de los buenos.
20Si eres pobre,
ni tus amigos te buscan;
si eres rico,
todo el mundo es tu amigo.
21No debes despreciar al amigo;
¡si eres bueno con los pobres,
Dios te bendecirá!
22Los que piensan hacer lo malo
cometen un grave error;
los que procuran hacer lo bueno
reciben el gran amor de Dios.
23Todo esfuerzo vale la pena,
pero quien habla y no actúa
acaba en la pobreza.
24La riqueza del sabio es su sabiduría;
la pobreza del tonto es su estupidez.
25El testigo que dice la verdad
salva a otros de la muerte,
pero hay testigos mentirosos.
26El que obedece a Dios
ya tiene un poderoso protector
para él y para sus hijos.
27El que obedece a Dios
tiene larga vida;
ha escapado de la muerte.
28Para el rey es un orgullo
gobernar a un pueblo numeroso;
¡qué vergüenza es para él
no tener a quién gobernar!
29El sabio domina su enojo;
el tonto no controla su violencia.
30Mente sana en cuerpo sano;
por eso la envidia
te destruye por completo.
31Quien le quita todo al pobre
ofende a Dios, su creador;
quien obedece a Dios
trata bien al pobre.
32El malvado fracasa por su maldad;
pero el hombre bueno
confía en Dios hasta la muerte.
33En la mente del sabio
hay lugar para la sabiduría;
pero la gente tonta
no llega a conocerla.
34El orgullo de un pueblo
es que se haga justicia;
la desgracia de los pueblos
es que se cometa pecado.
35El ayudante inteligente
se gana el aprecio del jefe,
pero el empleado sinvergüenza
provoca su enojo.