El ángel se da a conocer
1Cuando se terminaron las fiestas de bodas, Tobit llamó a su hijo Tobías y le dijo:
—Hijo, no dejes de pagarle a tu compañero de viaje lo que estaba convenido, y aun dale más.
2Tobías le contestó:
—Padre, ¿qué paga le puedo dar? Aunque le diera la mitad de lo que me ayudó a traer, no me perjudicaría. 3Él me trajo sano y salvo, sanó a mi esposa, me ayudó a traer la plata, y a ti también te sanó. ¿Qué paga le puedo dar?
4Tobit le dijo:
—Hijo, es justo darle la mitad de las cosas que trajo.
5Entonces Tobías lo llamó y le dijo:
—Toma como paga la mitad de todo lo que trajiste, y que te vaya bien.
6Entonces Rafael llamó aparte a los dos y les dijo:
—Alaben a Dios, y hablen de sus beneficios delante de todos los hombres. Alábenlo y canten salmos a su nombre. Honren a Dios dando a conocer a todo hombre lo que él ha hecho. No se cansen de darle gracias. 7Cuando el rey le confía a uno un secreto, es bueno quedarse callado; pero hay que honrar a Dios contando a todos y publicando lo que él ha hecho. Hagan el bien, y ningún mal vendrá sobre ustedes. 8Mucho mejor es la oración acompañada de ayuno, y dar limosna viviendo honradamente, que tener riquezas y ser un malvado. Mucho mejor es dar limosna que conseguir montones de oro. 9Dar limosna salva de la muerte y purifica de todo pecado. Los que dan limosna gozarán de larga vida. 10Los que cometen el pecado y la maldad son enemigos de su propia vida. 11Ahora voy a contarles toda la verdad, no voy a ocultarles nada. Ya les había dicho que cuando el rey le confía a uno un secreto, es bueno quedarse callado, pero que hay que honrar a Dios dando a conocer lo que él ha hecho. 12Pues bien, Tobit, mientras tú y Sara oraban, yo presentaba sus oraciones ante la presencia gloriosa del Señor, para que él las tuviera en cuenta. Y lo mismo hacía yo mientras tú enterrabas a los muertos. 13Aquella vez, cuando no dudaste en levantarte y dejar servida la comida para ir a enterrar a aquel muerto, Dios me envió a ponerte a prueba. 14Y ahora también me ha enviado Dios a sanarte, lo mismo que a Sara, tu nuera. 15Yo soy Rafael, uno de los siete ángeles que están al servicio del Señor y que pueden entrar ante su presencia gloriosa.
16Los dos se asustaron mucho y se arrodillaron inclinándose hasta el suelo, llenos de miedo. 17Pero el ángel les dijo:
—¡No tengan miedo! ¡Tranquilícense! Alaben siempre a Dios. 18Si yo he estado con ustedes, no fue porque yo lo quisiera, sino porque Dios lo dispuso. Denle gracias a él todos los días, alábenlo a él. 19Cuando me veían comer y beber, no era a mí realmente a quien veían, sino a una visión. 20Den gracias ahora al Señor de la tierra, alaben a Dios. Yo voy a subir a Dios, que me envió. Pongan por escrito todo lo que les ha sucedido.
Y se elevó. 21Ellos se levantaron y no lo pudieron ver más. 22Entonces comenzaron a dar gracias a Dios y a alabarlo por sus maravillas: ¡un ángel de Dios se les había aparecido!