1¡Ya estoy cansado de vivir!
Voy a desahogarme con mis quejas,
voy a dar rienda suelta a mi amargura.
2¡Oh Dios, no me declares culpable!
¡Dime de qué me acusas!
3Siendo así que tú mismo me creaste,
¿te parece bien maltratarme y despreciarme,
y mostrarte favorable a los planes de los malos?
4¿Acaso ves las cosas como las ven los hombres?
5¿Acaso es tu vida tan corta como la de un mortal?
6Entonces, ¿por qué andas
buscándome faltas y pecados,
7aun cuando sabes que yo no soy culpable
y que nadie me puede salvar de tu poder?
8Tú me formaste con tus propias manos,
¡y ahora me quieres destruir!
9Recuerda que me hiciste de barro:
¿vas ahora a convertirme otra vez en polvo?
10Hiciste que mi cuerpo se formara
como se forma el queso al cuajarse la leche;
11me revestiste de carne y de piel,
entrelazaste mis huesos y tendones;
12me diste vida, me brindaste amor,
y con tus cuidados me has mantenido con vida.
13Pero ahora veo que allá en tu corazón
tenías una intención secreta:
14me estabas observando para ver si yo pecaba,
y así poder condenarme por mi falta.
15Si soy culpable, estoy perdido;
si soy inocente, de poco puedo alegrarme,
pues me tienes humillado y afligido.
16Si me muestro arrogante, tú, como un león, me persigues
y hasta haces milagros para destruirme.
17Nunca te faltan testigos contra mí;
tu ira contra mí va en aumento;
¡como un ejército, me atacas sin cesar!
18¿Por qué me dejaste nacer?
Debí morir antes que nadie pudiera verme.
19Habría pasado del seno de mi madre a la tumba;
sería como si nunca hubiera existido.
20Ya que mi vida es corta, ¡déjame en paz!
Déjame tener un poco de alegría
21antes de irme al viaje sin regreso,
al país de la oscuridad y las tinieblas,
22al país de las sombras y la confusión,
donde la luz misma es igual a las tinieblas.