1En aquel día el bueno estará de pie, sin miedo,
frente a los que lo hicieron sufrir
y despreciaron sus trabajos.
2Al verlo, se estremecerán de espanto y sorpresa,
ya que no esperaban que se hubiera salvado.
3Dirán entre sí, arrepentidos,
gimiendo llenos de dolor:
4«Este es aquel de quien en otro tiempo nos reímos,
aquel a quien convertimos en blanco de nuestras burlas.
¡Qué tontos fuimos!
Pensamos que su vida era una locura
y su muerte una deshonra.
5¡Miren cómo ahora es tenido por hijo de Dios
y comparte la herencia de su pueblo santo!
6¡Qué lejos anduvimos del camino de la verdad!
¡La luz de la justicia no brilló para nosotros,
ni nos iluminó la luz del sol!
7Anduvimos por caminos de maldad y perdición,
caminando por desiertos sin senderos,
y no reconocimos el camino del Señor.
8¿De qué nos sirvió nuestro orgullo?
¿De qué nos valió el presumir de ricos?
9Todo eso pasó como una sombra,
como palabra que se lleva el viento,
10como barco que cruza las olas del mar
sin que queden huellas de su travesía
ni rastro de su quilla entre las olas;
11como pájaro que vuela por el aire
sin dejar señales de su paso:
con sus alas azota el aire ligero,
con fuerte silbido lo rasga,
se abre camino aleteando,
y después no quedan rastros de su vuelo;
12como flecha disparada al blanco:
el aire se rasga, y vuelve en seguida a juntarse,
sin que se sepa el camino seguido por la flecha.
13Lo mismo nosotros: a poco de nacer ya dejamos de existir;
no hemos dejado ninguna huella de virtud,
pues nos hemos consumido en nuestra maldad.»
14En realidad, la esperanza del malvado
es como paja que arrebata el viento,
como espuma ligera que la tempestad arrastra;
se desvanece como humo llevado por el viento
y pasa como el recuerdo de un viajero
que solamente se hospedó una noche.
Los buenos viven eternamente
15Los buenos viven eternamente;
su recompensa está en las manos del Señor;
el Altísimo cuida de ellos.
16Por lo tanto, recibirán de manos del Señor
un reino glorioso y una hermosa corona;
él los protegerá con su mano
y los defenderá con su brazo.
17El Señor se vestirá de su ira, como de una armadura,
y se armará de la creación, para castigar a sus enemigos;
18se revestirá de justicia, como de una coraza;
se pondrá como casco el juicio sincero,
19tomará su santidad como escudo impenetrable,
20afilará como una espada su ira inflexible
y el universo combatirá a su lado contra los insensatos.
21Desde las nubes saldrán certeros relámpagos y rayos,
como de un arco bien templado,
y volarán hacia el blanco;
22y con furor saldrá el granizo
disparado como piedras.
Las olas del mar se embravecerán contra ellos,
y los ríos los arrollarán sin compasión;
23un viento poderoso se levantará
y los barrerá como un huracán.
Así la iniquidad convertirá toda la tierra en un desierto,
y la maldad hará caer los tronos de los poderosos.