Himno al Creador
SALMO 104 (103)
1-3¡Alabemos a nuestro Dios,
con todas nuestras fuerzas!
Dios mío,
tú eres un Dios grandioso,
cubierto de esplendor y majestad,
y envuelto en un manto de luz.
Extendiste los cielos como una cortina
y sobre las aguas del cielo
pusiste tu habitación.
Las nubes son tus carros de combate;
¡viajas sobre las alas del viento!
4Los vientos son tus mensajeros;
los relámpagos están a tu servicio.
5Afirmaste la tierra sobre sus bases,
y de allí jamás se moverá.
6Cubriste la tierra
con el agua del mar;
¡cubriste por completo
la cumbre de los cerros!
7Pero lo reprendiste,
y el mar se retiró;
al oír tu voz de trueno,
el mar se dio a la fuga.
8Las aguas subieron a los cerros,
y bajaron a los valles,
hasta llegar al lugar
que les habías señalado.
9Tú les pusiste límites
que jamás deben rebasar,
para que nunca más vuelvan
a inundar la tierra.
10Dios mío,
tú dejas que los arroyos
corran entre los cerros,
y que llenen los ríos;
11en sus aguas apagan su sed
las bestias del campo
y los burros salvajes;
12en las ramas cercanas
las aves del cielo ponen su nido
y dejan oír su canto.
13Dios mío,
tú, con tu lluvia,
riegas desde el cielo las montañas;
tu bondad satisface a la tierra.
14Tú haces crecer la hierba
para que coma el ganado;
también haces crecer las plantas
para el bien de toda la gente:
15el pan, que da fuerzas,
el vino, que da alegría,
y el perfume, que da belleza.
16Los cedros del Líbano,
árboles que tú mismo plantaste,
tienen agua en abundancia.
17En ellos anidan las aves;
en sus ramas habitan las cigüeñas.
18En las montañas más altas
viven las cabras monteses,
y entre las rocas
se refugian los conejos.
19Tú hiciste la luna
para medir los meses,
y le enseñaste al sol
a qué hora debe ocultarse.
20En cuanto el sol se pone,
llega la oscuridad.
Es la hora en que rondan
todos los animales del bosque.
21A esa hora rugen los leones,
y te reclaman su comida.
22Pero en cuanto sale el sol
corren de nuevo a sus cuevas,
y allí se quedan dormidos.
23Entonces nos levantamos
para hacer nuestro trabajo,
hasta que llega la noche.
24Dios nuestro,
tú has hecho muchas cosas,
y todas las hiciste con sabiduría.
¡La tierra entera está llena
con todo lo que hiciste!
25Allí está el ancho mar,
con sus grandes olas;
en él hay muchos animales,
grandes y pequeños;
¡es imposible contarlos!
26Allí navegan los barcos
y vive el monstruo del mar,
con el que te diviertes.
27Todos estos animales dependen de ti,
y esperan que llegue la hora
en que tú los alimentes.
28Tú les das, y ellos reciben;
abres la mano, y comen de lo mejor.
29Si les das la espalda,
se llenan de miedo;
si les quitas el aliento,
mueren y se vuelven polvo;
30pero envías tu espíritu
y todo en la tierra cobra nueva vida.
31Dios nuestro,
¡que tu poder dure para siempre!,
¡que todo lo que creaste
sea para ti fuente de alegría!
32Cuando miras la tierra,
ella se pone a temblar;
cuando tocas los cerros,
ellos echan humo.
33-35Que los pecadores
desaparezcan de la tierra,
y que los malvados dejen de existir.
Dios nuestro,
¡mientras tengamos vida
te alabaremos
y te cantaremos himnos!
Recibe con agrado
nuestros pensamientos;
¡tú eres nuestra mayor alegría!
¡Alabemos a nuestro Dios,
con todas nuestras fuerzas!
¡Sí, alabemos a nuestro Dios!