1¡Jerusalén, quítate tu ropa de luto y aflicción,
y vístete de gala con el esplendor eterno que Dios te da!
2Vístete la túnica de la victoria de Dios,
y ponte en la cabeza la corona de gloria del Eterno.
3Dios mostrará en toda la tierra tu esplendor,
4pues el nombre eterno que Dios te dará es:
«Paz en la justicia y gloria en el servicio a Dios.»
5¡Levántate, Jerusalén, colócate en lugar alto,
mira hacia el oriente y verás
cómo vienen tus hijos de oriente y occidente,
reunidos por orden del Dios santo,
alegres al ver que Dios se acordó de ellos!
6Cuando se alejaron de ti, iban a pie,
llevados por sus enemigos;
pero Dios te los traerá gloriosamente,
como reyes en su trono.
7Dios ha ordenado que se aplanen
los altos montes y las colinas eternas,
que las cañadas se rellenen
y la tierra quede plana,
para que Israel pase por ellos tranquilamente,
guiado por la gloria de Dios.
8Los bosques y todos los árboles olorosos
darán sombra a Israel por orden de Dios,
9porque él guiará a Israel con alegría,
a la luz de su gloria,
y le mostrará su amor y su justicia.